La ansiedad (del latín anxietas, 'angustia, aflicción') es una respuesta emocional o conjunto de respuestas que engloba: aspectos subjetivos o cognitivos de carácter displacentero, aspectos corporales o fisiológicos caracterizados por un alto grado de activación del sistema periférico, aspectos observables o motores que suelen implicar comportamientos poco ajustados y escasamente adaptativos

La ansiedad tiene una función muy importante relacionada con la supervivencia, junto con el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. Para preservar su integridad física ante amenazas el ser humano ha tenido que poner en marcha respuestas eficaces y adaptativas durante millones de años: "huida/lucha".

La ansiedad es una reacción humana natural que afecta a la mente y al cuerpo. Tiene una importante función básica de supervivencia: la ansiedad es un sistema de alarma que se activa cuando una persona percibe un peligro o una amenaza.

Cuando el cuerpo y la mente reaccionan al peligro o la amenaza, una persona siente sensaciones físicas de ansiedad: cosas como la aceleración del ritmo cardíaco y respiratorio, tensión muscular, las palmas de las manos que sudan, un malestar en el estómago y temblor en las manos y las piernas. Estas sensaciones son parte de la respuesta del cuerpo de "huir o luchar". Están provocadas por un aumento de la producción de adrenalina y otras sustancias químicas que preparan al cuerpo para escapar rápidamente del peligro. Pueden presentarse como síntomas leves o extremos.

La respuesta de lucha o huida ocurre instantáneamente cuando una persona siente una amenaza. Pocos segundos después, la parte del cerebro encargada de pensar (lacorteza) empieza a procesar la situación y a evaluar si la amenaza es real, y en tal caso, cómo manejarla. Si la corteza envía la señal de no hay peligro, la respuesta de lucha o huida se desactiva y el sistema nervioso puede relajarse.

Si la mente razona que una amenaza puede durar, los sentimientos de ansiedad se prolongan, manteniendo alerta a la persona. Las sensaciones físicas, como la respiración rápida u superficial, las palpitaciones, la tensión muscular y el sudor en las palmas pueden continuar también.

"La ansiedad es un estado físico de carácter emocional con gran activación fisiológica, favorecida por el funcionamiento de la rama simpática del sistema nervioso autónomo ante un estímulo interpretado por nuestro centro emocional como de riesgo vital."

También es una respuesta habitual en nuestra adaptación a la vida cotidiana, cuando hay cambios de rutina o cuando necesitamos estar muy alerta, bien por estar en un lugar desconocido o con ideas anticipatorias de peligro, situaciones límites que puedan traer incluso consecuencias positivas (como en los deportes de riesgo), ante cualquier prueba o evaluación que suponga para nosotros una posibilidad de avance (como tener exámenes y entrevistas), etc.

La ansiedad acompaña a múltiples momentos vitales y nos prepara el cuerpo para la acción/movilización, la huída, la lucha y el afrontamiento humano de las situaciones (este afrontamiento social lo maneja otra vía del sistema nervioso autónomo que es la rama parasimpática dorsal del nervio vago (Porges, 2001).

La ansiedad, por tanto, es básicamente necesaria para la supervivencia del ser humano.

En caso de niños y mujeres la respuesta ante un estímulo amenazante que produce ansiedad o miedo, suele ser la paralización, que está filogenéticamente programada en nuestra especie. En hombres, también se produce por aprendizaje. Este sistema de no acción/inmovilización aparece en la naturaleza para favorecer, de nuevo, la sobrevivencia ante peligros a la vida para tener mayores probabilidades de salir ileso, debido a la poca capacidad de huída o de lucha ante un predador. Este sistema de no acción va por otra rama del sistema nervioso autónomo que es la rama parasimpática en su vía dorso vagal (Teoría Polivagal, Porges,S.W. 2001).

La ansiedad, activación continuada o hiperactivación simpática es adaptativa y nos favorece el cambio de situación.

Cuando la ansiedad es insoportable, pues aparece en situaciones que no entendemos y nos parece absurda es cuando comienza a producirse la falta de tolerancia a este sistema que la naturaleza nos ha otorgado para superar los retos. Cuando no sabemos qué nos desafía, es cuando no podemos realizar la lucha, la huída, el afrontamiento y nos quedamos en ese estado de inquietud continua o demasiado frecuente, e incluso sin viso de terminación.

Trastorno obsesivo compulsivo (Intolerancia a la ansiedad y lucha por el control)

Muchas veces, nos damos cuenta que haciendo determinadas acciones la ansiedad que aparece se para y entonces aprendemos a neutralizar lo que sentimos en el cuerpo. Hasta que de pronto, estamos encerrados en montones de pensamientos que buscamos sofocar como sea y todo para no sentir lo que nos dice nuestro centro vital emocional. Llega un momento, en que olvidamos cómo hemos creado ese corte en la capacidad de comprender qué me pone tan nervioso y solo nos angustiamos en cuanto nuestro organismo se activa demasiado para lo que podemos soportar (umbral personal de percepción de malestar).

De este modo, se aprende a ser intolerante a la ansiedad. En mi experiencia como psicoterapeuta he observado que la mayoría de las personas con tendencias perfeccionistas, que dan vueltas a su mente intentando controlar los pensamientos, entran en debates consigo mismas, y tienen que hacer, pensar, repetir algo para dejar de estar ansiosos, tienen tendencias a la obsesión y a la compulsión.

Ascensión Ramírez Cagigas, diciembre ,2012. Sevilla, hipnosis y ansiedad.

Entre sus síntomas se encuentran:

FISICOS: Taquicardias, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, “nudo” en el estómago, alteraciones de la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidades. Si la alteración es considerable es muy probable que puedan aparecer alteraciones del sueño y en la respuesta sexual.


PSICOLÓGICOS: Inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre y dificultad para tomar decisiones.


DE CONDUCTA: estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motora y dificultad para estarse quieto y en reposo. Se nota particularmente en el lenguaje corporal, posturas cerradas, rigidez, movimientos torpes de manos y brazos, tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de sombro, duda o crispación, etc.


INTELECTUALES: dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos, preocupación excesiva, expectativas negativas, rumiación, pensamientos distorsionados, incrementos de las dudas y sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, sobrevalorar pequeños detalles desfavorables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.


SOCIALES: irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para iniciar o seguir una conversación, en unos casos y verborrea en otros, bloquearse o quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos, etc.

Síntomas físicos

Síntomas psicológicos y conductuales

Vegetativos: sudoración, sequedad de boca, mareo, inestabilidad

Preocupación, aprensión

Neuromusculares: temblor, tensión muscular, cefaleas, parestesias

Sensación de agobio

Cardiovasculares: palpitaciones, taquicardias, dolor precordial

Miedo a perder el control, a volverse loco o sensación de muerte inminente

Respiratorios: disnea

Dificultad de concentración, quejas de pérdida de memoria

Digestivos: náuseas, vómitos, dispepsia, diarrea, estreñimiento, aerofagia, meteorismo

Irritabilidad, inquietud, desasosiego

Genitourinarios: micción frecuente, problemas de la esfera sexual

Conductas de evitación de determinadas situaciones

 

Inhibición o bloqueo psicomotor Obsesiones o compulsiones


Un estímulo externo se adentra en la persona a través de diferentes vías:


a) De los sentidos

b) De los pensamientos

c) De los sentimientos


Ésta activación requiere una respuesta que surge de la evaluación inconsciente y en décimas de segundos y que viene definida por nuestras creencias, en dos niveles, primero evaluamos la situación que ha aparecido, y segundo nivel nuestra capacidad para afrontarla.
De acuerdo con esas evaluaciones nos preparamos para actuar de determinada forma y esa preparación es lo que nos genera la emoción. Si la situación que percibimos la hemos valorado como muy difícil y la valoración nuestra (autoestima) es muy baja, ya tenemos instalada una ansiedad que puede ser la causante de todos los trastornos anteriormente citados.


La mejora espontánea (es decir sin consulta ni tratamiento) de los problemas por ansiedad es improbable. Solo se produce en muy pocos casos. En la mayoría de los casos la ansiedad no solo tiende a mantenerse, más bien tiende a extenderse y generalizarse.
Simplemente “querer” que desaparezcan o “creer” que a base de fuerza de voluntad pueda desaparecer, no es efectivo. Lo más conveniente es iniciar un tratamiento para mejorar la ansiedad lo antes posible.

 

Cuando la manera habitual de responder a las situaciones de la vida es la tendencia a sufrir ansiedad, es que el patrón ha sido aprendido y ante cualquier situación se dispara el sistema nervioso autónomo simpático, como sistema de protección básico. Lo interesante trabajar con la hipnosis clínica es poder acceder al cerebro emocional, mamífero, que poseemos para poderle hacer entender de diversas formas, mediante metáforas, imágenes, sensaciones, contacto, etc, el mensaje de desactivación del malestar y la vivencia de seguridad. Lo primero que realizamos durante la hipnosis es la entrada en el lugar de seguridad. A partir de ahí, podemos ir al pasado, al futuro y trabajar en el presente, pues es “aquí y ahora” donde se desarrolla la verdadera transformación en los niveles más profundos de la conciencia. Porque la “instalación” de su ansiedad está en su inconsciente y es desde ahí donde se procede a su “desinstalación”. Todos nuestros aprendizajes se “registran” de manera automática en nuestro sistema emocional y el método más agradable y adecuado para acceder a ese nivel es a través de la Hipnosis.

En Arco Psicología, trabajamos desde la orientación cognitivo conductual básicamente, pero avanzamos a la psicoterapia corporal bioenergética, incorporando terapia del campo energético humano. Por tanto, la hipnosis clínica se usa como un sistema donde se empaquetan muchas estrategias psicoterapéuticas aprovechando la permeabilidad del cerebro humano y su capacidad para elaborar los sucesos en varios estratos a la vez. Resulta de este modo, un método muy eficaz, rápido y que favorece la comprensión y el manejo adecuado de los problemas de ansiedad.

Puede llamarnos sin compromiso y en un rápida y anónima entrevista telefónica le indicaremos si podemos ayudarle y como lo haremos en su caso específico.

Ansiedad normal

Todo el mundo experimenta sentimientos de ansiedad de vez en cuando. La ansiedad puede describirse como un sentimiento de inquietud, nerviosismo, preocupación, temor o pánico por lo que está a punto de ocurrir o puede ocurrir. Mientras que el miedo es la emoción que sentimos en presencia de una amenaza, la ansiedad es una sensación de un peligro, problema o amenaza que está por suceder.

Los sentimientos de ansiedad pueden ser leves o intensos (o intermedios entre ambos extremos), dependiendo de la persona y de la situación. La ansiedad leve puede sentirse como inquietud o nerviosismo. La ansiedad más intensa puede sentirse como miedo, terror o pánico. La preocupación y los sentimientos de tensión y estrés son formas de ansiedad. También lo son el miedo escénico o la timidez ante la posibilidad de conocer a gente nueva.

Es natural que ante situaciones nuevas, desconocidas o que suponen un desafío se produzcan sentimientos de ansiedad y nerviosismo. Tener que enfrentar un examen, una fecha especial o una presentación importante para la escuela puede desencadenar una ansiedad normal. Aunque estas situaciones no representan una verdadera amenaza para la seguridad de la persona, pueden hacer que alguien se sienta "amenazado" por la posible vergüenza, preocupado por cometer un error, por adaptarse a la situación, por atrancarse con las palabras, por ser aceptado o rechazado o por perder su orgullo. Las sensaciones físicas —como las palpitaciones, las manos sudorosas o las molestias en el estómago— pueden también estar presentes en la ansiedad normal.

Como la ansiedad hace que una persona se ponga en alerta, se concentre y se prepare para enfrentar posibles problemas, la ansiedad puede ayudarnos a hacerlo lo mejor posible en situaciones que requieren nuestra actuación. Pero la ansiedad que es demasiado fuerte puede impedir que demos lo mejor de nosotros. Demasiada ansiedad puede hacer que una persona se sienta abrumada, cohibida e incapaz de hacer lo que necesita hacer.

Los trastornos de ansiedad son problemas de salud mental que se relacionan con experimentar en exceso ansiedad, miedo, nerviosismo, preocupación o terror. La ansiedad demasiado constante o demasiado intensa puede hacer que una persona se sienta preocupada, distraída, tensa y siempre alerta.

Los trastornos de ansiedad se encuentran entre los problemas de salud mental más comunes. Afectan a personas de todas las edades, incluidos los adultos, niños y adolescentes. Hay muchos diferentes tipos de trastornos de ansiedad, con síntomas diferentes. Sin embargo, todos tienen una cosa en común: la ansiedad se presenta con demasiada frecuencia, es demasiado intensa, es desproporcionada respecto a la situación del momento e interfiere en la vida diaria de la persona y en su felicidad.

Los síntomas del trastorno de ansiedad pueden presentarse de repente o aumentar poco a poco y persistir hasta que la persona empieza a darse cuenta de que no está bien. A veces la ansiedad crea una sensación de fatalidad y aprensión que parece producirse sin ninguna razón. Es habitual en los que sufren de trastorno de ansiedad no saber qué está causando las emociones, preocupaciones y sensaciones que tienen.

Los diferentes trastornos de ansiedad se denominan con nombres que reflejan sus síntomas específicos.

  • Ansiedad generalizada. Este común trastorno de ansiedad hace que una persona se preocupe excesivamente sobre muchas cosas. Alguien con ansiedad generalizada se preocupa excesivamente sobre la escuela, la salud, la seguridad de sus familiares y el futuro. Puede que siempre piense en lo peor que puede ocurrir.
    Además de la preocupación y el terror, las personas con ansiedad generalizada tienen síntomas físicos, como dolor en el pecho, dolor de cabeza, cansancio, tensión muscular, dolor de estómago y vómitos. La ansiedad generalizada puede llevar a que una persona falte a la escuela o evite actividades sociales. En la ansiedad generalizada, las preocupaciones se sienten como una carga, haciendo que la vida se viva como algo agobiante o con una sensación de no tener control.
  • Trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Para una persona con TOC, la ansiedad toma la forma de obsesiones (pensamientos negativos) y compulsiones (acciones para intentar aliviar la ansiedad).
  • Fobias. Son temores intensos a situaciones específicas o a cosas que no son realmente peligrosas, como las alturas, los perros o caerse en un avión. Las fobias normalmente hacen que las personas eviten las cosas que le provocan miedo.
  • Fobia social (ansiedad social). Esta intensa ansiedad se desencadena por situaciones sociales o por hablar delante de otros. Una forma extrema llamada mutismo selectivo provoca que los niños y los adolescentes tengan demasiado miedo como para hablar en ciertas situaciones.
  • Crisis de angustia. Estos episodios de ansiedad pueden ocurrir sin una razón aparente. Una persona que sufre una crisis de angustia tiene síntomas físicos repentinos e intensos que pueden incluir palpitaciones, sensación de ahogo o falta de aliento, mareo, entumecimiento o sensación de hormigueo causados por una hiperactividad de las respuestas normales del organismo ante el miedo. La agorafobia es un intenso miedo a los ataques de pánico que hace que la persona evite ir a cualquier lugar donde sea posible que sufra un ataque de pánico.
  • Trastorno de estrés postraumático (TEPT). Este tipo de trastorno de ansiedad es consecuencia de una experiencia del pasado traumática o aterradora. Los síntomas incluyen recurrencia de recuerdos de la experiencia, pesadillas y temor constante después del acontecimiento.

Para las personas que sufren trastornos de ansiedad, los síntomas pueden sentirse extraños y provocarles confusión al principio. Para algunos, las sensaciones físicas pueden ser fuertes e inquietantes. Para otros los sentimientos de miedo y fatalidad pueden presentarse sin ninguna razón aparente que pueda hacerles sentirse asustados, desprotegidos o en guardia. Las preocupaciones constantes pueden hacer que una persona se sienta abrumada por cualquier pequeña cosa. Todo esto puede afectar a la concentración, la confianza, el sueño, el hambre y el aspecto.

Las personas con trastornos de ansiedad pueden evitar hablar de sus preocupaciones, creyendo que los demás podrían no entenderlos. Quizá teman ser juzgados injustamente, o que se les considere débiles o temerosos. Aunque los trastornos de ansiedad son comunes, las personas que los sufren pueden sentirse incomprendidas o solas.

Algunas personas con trastornos de ansiedad pueden culpabilizarse. Tal vez se sientan incómodas o avergonzadas, o piensen erróneamente que la ansiedad es una debilidad o un defecto personal. La ansiedad puede hacer que la gente evite ir a lugares o realizar actividades que les gustan.

La buena noticia es que en la actualidad los médicos entienden los trastornos de ansiedad mejor que antes y, con tratamiento, una persona puede sentirse mejor.

Los expertos no saben exactamente qué causa los trastornos de ansiedad. Parece que hay varios aspectos que intervienen, como la genética, la bioquímica del cerebro, una respuesta hiperactiva de lucha o huida, circunstancias estresantes de la vida y comportamiento aprendido.

Alguien que tenga un familia con un trastorno de ansiedad tiene una probabilidad mayor de de desarrollarlo también. Esto puede estar relacionado con los genes que afectan la química del cerebro y la regulación de unas sustancias químicas que se denominan neurotransmisores. Pero no todo el mundo que tiene familiares con un trastorno de ansiedad desarrollará problemas de ansiedad.

Las cosas que le ocurren a una persona en la vida pueden favorecer la aparición de los trastornos de ansiedad. Los terribles acontecimientos traumáticos que causan el TEPT son un buen ejemplo.

Criarse en una familia donde otros tienen miedo o están ansiosos puede "enseñar" a un niño a ver el mundo como un lugar peligroso. Del mismo modo, si una persona crece en un ambiente que es realmente peligroso (si hay violencia en la familia del niño o en la comunidad, por ejemplo), aprenderá a tener miedo o a esperar lo peor.

Aunque todo el mundo experimenta una ansiedad normal en ciertas situaciones, la mayoría de las personas —incluso las que experimentan situaciones traumáticas— no desarrollan trastornos de ansiedad. Y las personas que desarrollan trastornos de ansiedad pueden encontrar alivio con un tratamiento y cuidados adecuados. Pueden aprender maneras de manejar la ansiedad y sentirse más relajados y en paz.

Para el tratamiento de los trastornos de ansiedad se debe acudir a profesionales de salud mental o a terapeutas. Un terapeuta puede estudiar los síntomas que presenta una persona, diagnosticar el trastorno de ansiedad específico e idear un plan para ayudar a que la persona encuentre alivio.

A menudo se utiliza un tipo concreto de psicoterapia que se conoce como terapia cognitivo-conductual (TCC). En la terapia cognitivo-conductual una persona aprende nuevas maneras de pensar y actuar en situaciones que pueden causar ansiedad y cómo manejar y enfrentarse al estrés. El terapeuta proporciona apoyo y orientación y enseña nuevas habilidades de afrontamiento, como técnicas de relajación o ejercicios de respiración. A veces, pero no siempre, se utiliza medicación como parte del tratamiento para la ansiedad.

Tratar el problema puede ayudar a que la persona se sienta que es otra vez ella misma, que se encuentra relajada y preparada para las cosas buenas de la vida. Alguien que esté experimentando un trastorno de ansiedad debería:

  • Hablar con alguno de sus padres o con otro adulto sobre sus sensaciones físicas, preocupaciones y temores. Como los trastornos de ansiedad no desaparecen a menos que se traten, es importante decírselo a alguien que pueda ayudar. Si tus padres no te entienden, habla con un consejero escolar, con un religioso o con otro adulto en quien confíes.

  • Acude a hacerte una revisión. Ve a ver a un médico que te asegure que no hay ningún problema físico que pueda estar causando los síntomas.

  • Trabaja con un profesional de salud mental. Pide a un médico, enfermera o consejero escolar que te recomienden a alguien que pueda tratar problemas de ansiedad. Averiguar qué está causando los síntomas puede ser un gran alivio.

  • Haz ejercicio de manera regular y come y duerme bien. Esto proporcionará a tu cuerpo y tu cerebro el combustible y el tiempo necesario para recargarse.

Intenta ser paciente y mantenerte positivo. Puede que tardes un tiempo en sentirte mejor y en encontrar el valor para enfrentar tus miedos. Pero abandonar la preocupación dejará más espacio para que experimentes mayor felicidad y diversión.

Sevilla, terapia de hipnosis para la ansiedad.

Revisado por: D'Arcy Lyness, PhD
Fecha de revisión: octubre de 2010

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CONSULTA SANITARIA AUTORIZADA CON REGISTRO NICA NUM. 29763